Entre dimisiones y
cesantías son ya doce los exconsejeros de caja Madrid afectados por
el escandalo de las tarjetas de crédito opacas, estos mangantes se lo
han llevado crudo, hay motivos para la desconfianza, la cabra siempre
tira al monte.
3.870 personas muertas
por el virus del ébola, 121 muertes en un sólo día en Sierra
Leona, 300.000 firmas de personas indignadas por el sacrificio de un
perro (Scalibur) sospechoso de estar infectado de ébola. ¿Qué le
pasa a la gente?
El consejero de sanidad
de la comunidad de Madrid, a la sazón médico o clown, culpabiliza a
una enferma de ébola por contraer la enfermedad. El consejero
continua en el cargo ridiculizando a los sanitarios que exponen sus
vidas en el Hospital Carlos III. Javier Rodriguez presume con
arrogancia de no necesitar el puesto -“yo llegué a la política
comido, tengo mi vida resuelta”- a parte de fardar de zampar bien
y mucho, las declaraciones resultan vanas porque sigue chupando del
bote. Para tener la vida resuelta está tardando mucho en irse cuando
ya existen peticiones incluso por parte de miembros de su propio
partido. Como facultativo, indeseable, a evitar. Sus colegas del
partido Popular le ovacionan en la Asamblea de Madrid por el akelarre
perpetrado contra la enfermera contagiada de ébola. ¿Y mientras
tanto dónde está el Ministerio de Sanidad? ¿Han huido del país?
¿Se ocultan en algún búnker? A la ministra le viene enorme el
cargo, debería ir haciendo las maletas para marcharse a su casa.
El gobierno del PP al
decidir “importar” el virus del ébola, abrió las puertas para
que entrara la enfermedad en Europa.
Ninguna credibilidad,
éste país está regido por mentirosos insustanciales y mediocres.
Los ciudadanos demandan regeneración democrática, no te dejes
embaucar por los que se quitan las corbatas durante la campaña
electoral, la oportunidad se nos presenta en las próximas
elecciones. Sin duda debemos y podemos zarandear de sus poltronas a
la casta que nos aconseja no apoyar aventuras políticas, y lo dicen
sin sonrojo, ¡ellos! que nos han traído hasta el actual desastre,
sus pretensiones son seguir sosteniendo esta pantomima de democracia
a perpetuidad, donde unos pocos incluido ellos, viven muy bien.
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