A un gobierno de derechas
español, de ideología recalcitrante, cuando no le agrada el
pensamiento de los twiteros, convierte los sentimientos de éstos, en
delito. ¿Incitación al odio, la crispación y la violencia en
twitter? Puede. ¿Y en la televisión, las emisoras de radio, la
redacción de los periódicos, el legislativo encarnado en el
parlamento? ¿Y no en las decisiones del consejo de ministros? ¿Y no en las
actuaciones desmedidas de la autoridad? ¿Y no en los consejos de administración de los bancos? La apología del delito moral
se cierne en las redes sociales pero también coquetea en la campaña
electoral y en alguna asociación empresarial.
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